Es harto conocido que la economía mexicana ha transitado en las últimas décadas por dos periodos claramente diferenciados. El primero, de 1941 a 1980, donde el PIB creció 6.4% promedio anual; el segundo, de 1981 a 2010, con un crecimiento modesto -pobre diría la CEPAL- de sólo 2.3% anual. En ambos periodos, el PIB per cápita creció 3.2% y 0.7% anual (virtual estancamiento), respectivamente. El primer periodo es conocido como el del “milagro mexicano”, que comprende sub periodos como el del “desarrollo estabilizador”, el modelo de “sustitución de importaciones” y el del “desarrollo compartido”. El segundo se corresponde con las políticas de ajuste y el del reciente “estancamiento estabilizador”.
¿Por qué en las últimas tres décadas México no ha crecido?. La respuesta es muy sencilla: porque no ha invertido. Los componentes del PIB son: consumo privado, gasto público, inversión, exportaciones e Importaciones. Para promover el crecimiento económico de largo plazo no hay manera más efectiva de lograrlo que a través del repunte de la inversión; y es justamente lo que no ha hecho México en las últimas tres décadas.
Veamos. Entre 1940 y 1980, la inversión fija del país creció 9.0% promedio anual (en términos reales), derivándose de ello un 6.4% anual para el PIB, como ya se dijo antes. Con ello, el coeficiente de inversión pasó de 7.6% del PIB en 1940 a 24.8% en 1980. Desde entonces (1981-2010), la inversión creció por debajo del 2.3% de la economía, razón por la cual hoy representa sólo 21% del PIB. En términos relativos, que es como muchas veces debe analizarse la economía, la inversión se ha contraído.
A nivel internacional, China e India, los países con mayor crecimiento económico en las últimas décadas, reportan hoy los mayores coeficientes de inversión: 49% y 38% del PIB, respectivamente. En este lado del continente, Perú, que en 1990 reportaba una inversión equivalente a 16% del PIB, hoy reporta 27%, lo que le ha permitido que esa economía crezca 5.0% anual entre 1990 y 2010 (6.4% en los recientes diez años).
La evidencia es clara: si México quiere crecer, la política de Estado deberá darle la más alta prioridad a la inversión, con lo que quedaría resuelto el problema del desempleo, la pobreza, el nivel de vida, la capacidad adquisitiva y todo lo que los políticos pregonan y prometen cada vez que transitamos por un proceso electoral, como hoy mismo ocurre.
En la campaña electoral de 1992 en Estados Unidos, donde Bush (padre) parecía invencible por el fin de la Guerra Fría y la Guerra del Golfo Pérsico, Bill Clinton popularizó la frase “the economy stupid” (es la economía estúpido), con lo cual logró derrotar a Bush. En México, a nuestros políticos hay que decirles “es la inversión estúpido”, para enviarles el mensaje de que mientras la inversión no crezca podrán pasar otras tres décadas y el país seguirá en el estancamiento, mientras China, al ritmo que va, podría convertirse en una década (hacia el año 2022) en la economía más grande del mundo, superando a Estados Unidos.


